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Todo lo poseíamos, pero nada teníamos

cisne negro 2Todo lo poseíamos, pero nada teníamos.-

<<Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos (…)>>. Así comienza aquella obra maestra de Charles Dickens “Historia de dos ciudades”, evocando en mi mente esos primeros renglones la actual situación de plena transición a un nuevo modo de vivir impuesto por este “cisne negro” del coronavirus que desde los confines de la Tierra nos ha visitado para quedarse; y ello no sólo por el confinamiento al que nos ha sometido, sino porque sabemos que todo ha cambiado, aunque desconozcamos con exactitud el alcance porque nuestra dinámica de consumo y hedonismo nos hace miopes y sólo nos permite vislumbrar la obstativa crisis económica en la que en breve nos veremos inmersos y, en una dimensión cortoplacista, únicamente nos planteamos si volveremos a los bares, gimnasios y playas con mamparas o sin ellas. Percibir cabalmente los cambios esenciales que operarán en nuestras circunstancias vitales, eso es más complicado.

La crisis económica es evidente, porque en la ecuación económica mundial nada escapa a sus efectos. Afrontaremos, indudablemente, esta recesión económica en ciernes; no nos queda otra opción y tenemos experiencia reciente, pero ni será fácil ni se evitarán graves calamidades y tragedias humanas. Una vez más, los sectores más débiles de la población quedarán más hundidos de lo que ya lo estaban, pues muchos aún no se habían repuesto del anterior gran desplome económico de 2008, aunque se nos quisiera hacer creer que ya todo había terminado. Los más desfavorecidos hilan siempre una crisis con otra, sin solución de continuidad.

Sin embargo, y a pesar de la funesta evidencia del efecto económico, de momento ese no es el problema más acuciante, sino el del desafío sanitario mientras continuamos cayendo en aquel agujero negro. Estamos confinados en nuestras casas en lo que parece un tiempo muerto, como si de momento el tiempo no corriera, cuando es precisamente esa hibernación o desactivación la que está golpeando a nuestra economía en su línea de flotación.

Por otra parte, se dice que esta crisis sanitaria está sacando lo mejor de nuestra sociedad, pero quizá ello sólo sea un consolador simplismo voluntarista. La actual circunstancia del confinamiento nos sustrae de la directa acción social, poniendo límite a la dimensión del hombre-masa en favor del hombre-individuo. El encierro nos obliga a reconciliarnos individualmente en lo más íntimo y personal, así como nos fuerza al encuentro y al desencuentro doméstico y local con nuestros allegados; nos obliga al esfuerzo intelectual que requiere la adopción de las decisiones más inmediatas y cotidianas, renunciando a que la masa disponga por nosotros el quehacer diario. Podría decirse que, de un modo forzado, ha tomado cuerpo y significado el consabido “setumismismo” tan de moda en los últimos tiempos, con tautológicas y superficiales expresiones conminatorias de “sé tú mismo”, como si ello pudiera tener algún significado profundo. Antes sólo era una estúpida y vana expresión y ahora cobra sentido en la dimensión más individual del ser humano. ¿Estamos todos preparados para el silencio y el recogimiento? La dificultad del confinamiento no es sólo económica.

everest-655x368Ortega y Gasset, en La Rebelión de las Masas, al tratar en su capítulo primero del “Hecho de las Aglomeraciones”, decía <<Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes (…) Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser problema empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio>>. Y al escribirlo en 1929, en puertas de la mayor recesión económica mundial, lógicamente Ortega aún no había podido conocer los efectos de la globalización del inicio del  s. XXI. Nosotros sí hemos llegado a ver con naturalidad cómo cientos de montañeros hacían cola escalando el Everest o cómo cientos de miles de turistas se desplazaban casi simultáneamente desde occidente hasta países del lejano oriente para ver paisajes a través de una cámara digital sin salir del entorno de las redes sociales que jamás abandonan por muy lejos que viajen o cómo se soportan largas listas de espera para visitar obras de arte con el vano objetivo de fotografíarse con ellas en una autofoto con el pulgar enhiesto y poniendo morritos.

aglomerac museoLejos de tratarse de un fenómeno demográfico, el hecho de la aglomeración es una expresión cultural. Pues bien, de momento la aglomeración se acabó y ello es un nuevo hecho que nos marcará (seguramente para bien), aunque también lo hará dolorosamente la pérdida de muchos seres queridos.

Fco. Javier Blanco Glez.

www.blancoyblancoabogados.es

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2 Comments

  • CAM says:
    Apr 17 2020 8:09 pm Responder

    Los vaivenes de una naturaleza que erróneamente creemos controlar, empujan al ser humano al cambio. Sin duda, este cisne negro más allá de como metáfora que describe un suceso sorpresivo de gran impacto socioeconómico, deslumbra en belleza e incógnita. Me genera su mirar, un suspiro incómodo de lo nuevo, de aquello no conocido. Es el mismo sentimiento que me aborda el pensar en el salir, en el fin impreciso de este confinamiento. Tus palabras parecen estar tintadas por la huella oscura del baile de ese cisne bello que aún nada en nuestra vida.

  • Susana says:
    Apr 18 2020 7:36 pm Responder

    Muy acertada tu relexión. Todo esto lo estamos viendo a través de una lente estropeada, una lente rayada q nos hace ver borrosa la realidad y que, según como tengamos el día, interpretamos esa imagen borrosa de una manera u otra. No sabemos cómo van a ser esos cambios que se nos avecinan y, mucho menos sabemos, cómo vamos a reaccionar ante ellos de manera individual. Ese «setumismo» al que te refieres nos puede sorprender y hoy, puede ser porque mi día es más gris, me aventuraría a decir que nos sorprenderá para mal ya que en esta sociedad en la que vivimos se han perdido muchos valores y se han instalado el materialismo y el egoísmo. Sólo hay que ver que es noticia y nos sorprende cualquier comportamiento solidario, nos hace que se nos salten las lágrimas, porque no estamos acostumbrados ya nada más que a mirar por lo nuestro. Esperemos que cuando termine el confinamiento y volvamos a la » no normalidad»nuestro comportamiento sea tan ejemplar, puntual y disciplinado como cuando salimos a aplaudir a los balcones y a poner Resistiré. Esta batalla está siendo dura, muchas vidas se están quedando por el camino y todo el personal que nos atiende está extenuado. Iremos viendo día a día y, el futuro, hoy por hoy, para mí es impredecible.
    Sólo pienso en fármacos y vacunas.
    La debacle económica está ya definida en tu texto.

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